Ármese de paciencia. Considere que vender una propiedad no es una tarea ni fácil ni rápida. Es imprescindible que comprenda que va a iniciar una “carrera de fondo”. Hay que saber esperar.
Establezca un precio ajustado a la realidad del mercado. Investigue cuál ha sido el precio por el que se han vendido últimamente inmuebles próximos y similares a la suya para tener un punto de referencia.
Usted como propietario tiene el derecho y puede intentar la venta de su inmueble por su propia cuenta, pero piense que quien se dedica a toda hora y todos los días a ello por ser su profesión y conoce las mejores estrategias es precisamente el agente inmobiliario.
Hay distintas modalidades de encargo en el mercado, desde la exclusiva total donde el propietario está impedido de disponer de su bien en tanto permanezca vigente el contrato con la agencia hasta la simple autorización, donde puede haber tantos mediadores en la gestión como autorice el vendedor. Asesórese cuál es la más conveniente de acuerdo a su situación personal, a las características del inmueble y a la urgencia o no en vender, para tomar la decisión correcta.
Mantenga su propiedad limpia, en buen estado, ordenada y despejada de muebles y enseres. Intente que los posibles interesados la visiten en aquellas horas del día en las que el inmueble presente mejor aspecto.
Que la espera no le afecte. No pierda los nervios y, sobre todo, no se muestre excesivamente ansioso por vender ante los hipotéticos compradores. Tarde o temprano se venderá, y siempre será positivo para ello no perder el control de nuestras acciones y actitudes.
Por último, cuando encuentre alguien verdaderamente interesado, no se muestre inflexible. Sea coherente con el precio inicialmente fijado, pero valore si en un momento determinado le interesa más seguir esperando o hacer alguna concesión en el precio que le permita cerrar satisfactoriamente la operación.